Diversos somos, diversos nos queremos. La sociedad necesita de lo diverso,
Como la naturaleza necesita de la evolución y de nuevas formas de supervivencia para continuar existiendo. Crecemos, mejoramos y descubrimos nuevos conocimientos y experiencias gracias a aquellos que se han arriesgado a ser diferentes, a encontrar nuevas formas de ser, de pensar, de resolver conflictos o de crear maravillas; son ellos quienes le aportan al ser humano, como especie, la supervivencia dentro de esta poderosa y generosa casa que es la Tierra.
Muchas veces, aquellos con pensamiento crítico con formas diversas de expresión, son vistos como lo perverso, lo malo o lo feo, y sin embargo, son ellos quienes de alguna manera, a través del arte, la filosofía, el humor, la religión, la política, el mercio, etc, intervienen en el curso de la historia del hombre y determinan su devenir. Sin embargo, esa influencia no viene por caminos ligeros.
Resulta larga, difícil o traumática la vida de aquellos que se arriesgan a ser diferentes, especialmente porque la sociedad los señala, los aísla, los agrede o
los elimina, porque por el miedo a lo desconocido somos capaces de interpretar al otro como “a-normal”, “anti-natural”, “anti-social”.
Trabajar con la juventud, implica un desafío parel maestro, el desafío de contemplar, comprender e inspirar a la diversidad en su estado más puro.
Es entonces, un desafío que la escuela disponga de los clásicos saberes, pero también, de diversos escenarios vacíos, donde nuestros jóvenes puedan
SER en su diversidad, en su búsqueda de identidad, innovación, trasgresión, crítica, proyecciones y en su poder de SUPERVIVENCIA, que le ha permitido a esta especie de homínidos sobrevivir.